Cómo realizar una evaluación psicológica como entrenador personal
Nov 03, 2022Últimamente recibo muchas consultas de entrenadores personales sobre cómo mejorar la adherencia de sus clientes y evitar los abandonos. Uno de los mayores problemas que presentan los entrenadores es que muchos de sus clientes abandonan los programas de entrenamiento y no consiguen los objetivos establecidos. Según algunos estudios, cerca del 50% de los participantes abandonan los programas de ejercicio físico en los primeros 6 meses.
Los profesionales del ejercicio físico sabemos lo importante que es la adherencia a los programas de entrenamiento para conseguir resultados. Sin embargo, observo en general que a los entrenadores les falta una metodología de trabajo y herramientas concretas para abordar el problema de la falta de adherencia y abandono de sus clientes.
Una herramienta que todo entrenador debería dominar es la evaluación de las variables psicológicas que influyen en la adherencia adecuada a programas de entrenamiento. En el siguiente artículo te explico paso a paso cómo realizar una evaluación psicológica como entrenador personal y fidelizar a tus clientes.
Evaluación comportamental y psicológica
En el ámbito del entrenamiento personal es bastante habitual emplear una amplia gama de cuestionarios y formularios para evaluar parámetros como el nivel de ejercicio físico y hábitos, la condición física, medidas corporales, etc. Y esto es muy recomendable seguir haciendo incluso porque tiene efectos psicológicos y ayuda a mejorar la adherencia de nuestros clientes. Con una buena evaluación tenemos información para establecer buenos objetivos tanto de resultados como de actuación. Podremos diseñar un plan de acción y de esta manera estaremos potenciando la motivación y fortaleciendo la autoconfianza de nuestros clientes.
Pero a menudo, el factor psicológico y comportamental no se tiene en cuenta al planificar y prescribir programas de ejercicio físico. La adopción de estilos de vida activos exige un desarrollo y aplicación de procedimientos adecuados para realizar cambios conductuales. Como sucede con otros hábitos, no es fácil sustituir las conductas consolidadas (en este caso la inactividad y el sedentarismo) por otras conductas alternativas (conductas cotidianas más activas) en principio más costosas y menos gratificantes a corto plazo. Es aquí, precisamente, donde, sobre todo, puede tener cabida el trabajo psicológico del entrenador, contribuyendo a modificar una conducta habitual difícil de eliminar, y sustituyéndola por otra difícil de consolidar. Para ello es necesario explorar y valorar todas las circunstancias personales y ambientales que pueden influir, positiva y negativamente, en la adquisición y el posterior mantenimiento del hábito deseado.
Existen ciertos factores psicológicos que son decisivos en la consolidación de estilos de vida activos: el aumento y el fortalecimiento de la autoeficacia y de la autoestima y la obtención de gratificación de distinto tipo (divertimiento, aprendizaje de habilidades, consecución de retos, desarrollo y fortalecimiento de relaciones sociales, sentirse bien, alivio de tensión y otras sensaciones adversas, mejora del estado de ánimo, distracción atencional de los problemas personales, etc.)
Esto implica, como es lógico, que puedan (y deban, según los casos) diseñarse y llevarse a cabo programas de ejercicio físico que no se dirijan prioritariamente a la mejora de la forma física, sino a conseguir otros objetivos que sean más trascendentes para mejorar la autoeficacia, promover la autoestima y proporcionar gratificación.
La consecución de estos objetivos, gracias a sus beneficios psicológicos (control del estrés, control del propio comportamiento, satisfacción personal, aumento de la motivación, etc.), favorecerá, además que se consolide la práctica del ejercicio físico en sustitución del sedentarismo.
En este sentido, creemos que una intervención eficaz para mejorar la adherencia de los clientes y evitar abandonos, debería incluir la evaluación y determinación de las siguientes variables relacionadas con la conducta del ejercicio físico.
- Motivos para la iniciación del programa de ejercicio físico.
- Expectativas respecto al ejercicio físico.
- Creencias y actitudes sobre la práctica de ejercicio físico y la propia competencia.
- Ansiedad social específica relacionada con la práctica de ejercicio físico.
- Preferencias, recursos y dificultades para la realización de ejercicio físico.
- Apoyo social.
- Variables psicológicas relacionadas con la adherencia y los riesgos del ejercicio físico (nivel de estrés, y estilos de afrontamiento, fuentes de autoeficacia, autoestima y gratificación y locus de control).
Predisposición psicológica al cambio
Una de las primeras evaluaciones psicológicas que nos parece importante realizar es la predisposición en la que el cliente se encuentra para acometer el cambio de conducta que supone realizar ejercicio físico de forma regular. Para ello, podemos utilizar el Modelo de los Estados de Cambio (Prochaska & Di Clemente, 1982), en el cual se establecen 6 estadios relativamente estables, en relación al nivel de predisposición al cambio de la persona. En función del estadio en el que la persona se encuentre tomaremos medidas adaptadas al mismo. Se trata de proporcionar mensajes y facilitar conductas que se adapten al estadio actual y que permitan el paso al siguiente estadio.
El hecho de que una persona acuda a nosotros no quiere decir que ya esté dispuesto a cambiar y a incorporar ejercicio físico regular en su vida. Para evaluar la predisposición psicológica al cambio podemos utilizar las siguientes preguntas:
- En la actualidad soy una persona físicamente activa (IPAQ): sí/no.
- Tengo la intención de ser más activo en los próximos 6 meses: sí/no.
- En la actualidad realizo ejercicio físico regular: sí/no.
- He estado de manera regular físicamente activo durante los últimos 6 meses: sí/no.
Conocer la predisposición al cambio que tiene nuestro cliente puede resultar importante pero tenemos que detallar más, qué aspectos psicológicos son los que le están impidiendo o facilitando esa predisposición al cambio.
Los estadios de cambio de precontemplación o contemplación, pueden estar motivados por la falta de interés, pero también por indefensión aprendida, o cierto agotamiento psicológico por las experiencias estresantes que está viviendo la persona en su vida.
Los estadios de preparación y acción, pueden estar motivadas por interés a mejorar la salud, el bienestar o el funcionamiento general o el miedo a enfermar o a la muerte.
1. Motivos para iniciar un programa de ejercicio físico
A través de la entrevista es importante conocer también los motivos por los que el cliente quiere comenzar a practicar el ejercicio físico con regularidad: ¿Cuáles son los motivos por los que quieres ser más activo? ¿Es el interés por mejorar la salud, el bienestar o el funcionamiento general? ¿o es el miedo a la enfermedad o a la muerte?
Además, explicaremos por qué ahora y no antes, se propone este objetivo.
2. Expectativas respecto al ejercicio físico
Además de los motivos para iniciar la práctica, se deben conocer cuáles son las expectativas. ¿Qué espera conseguir usted haciendo ejercicio físico?
Las preguntas no se van a referir únicamente a los posibles efectos positivos del ejercicio físico, sino también a los costes que conlleva (incluyendo costes de tiempo, sacrificio, esfuerzo percibido, agujetas, etc.).
El conocimiento de las expectativas previas del cliente respecto a los efectos del ejercicio físico (costes y beneficios) lo consideramos fundamental. Será necesario, en numerosos casos, ajustar estas expectativas antes de aplicar estrategias de intervención concretas.
3. Creencias y actitudes sobre la práctica de ejercicio físico y la propia competencia
El conocimiento de motivos y expectativas, nos parece conveniente completarlo mediante la evaluación de variables relevantes más estables, como son las creencias y las actitudes en relación a la práctica de ejercicio físico y la propia competencia para hacerlo. Este apartado de la evaluación, supone profundizar más allá de la información que se obtiene en los dos apartados anteriores, aunque lógicamente se encuentren relacionados.
Puede resultar interesante evaluar la verdadera convicción del cliente para realizar ejercicio físico. Puede ocurrir, por ejemplo, que una persona quiera hacer ejercicio para mejorar su salud y que manifieste que quiera beneficiarse de ello, pero que en realidad no tenga una verdadera convicción al respecto, que crea que ya es demasiado mayor para hacer ejercicio, que le va a ser difícil disponer de tiempo o que no será capaz de realizar las distintas tareas o de aguantar el esfuerzo.
Es interesante también indagar en el grado de estrés que para el cliente puede suponer la práctica de ejercicio físico. Por un lado, se puede detectar hasta qué punto la realización de ejercicio físico, con todo lo que ello implica, es una situación amenazante para el cliente; por otro, en qué medida percibe que puede manejar la situación aceptablemente.
4. Ansiedad social específica
De manera muy específica, la práctica de ejercicio físico puede resultar estresante por la exposición que a menudo conlleva ante los demás, en unas condiciones muy particulares (ropa, tareas a realizar, etc.) y la percepción de sentirse evaluado negativamente.
Cuestiones como tener que cambiarse en un vestuario común o llevar una ropa que no permite aparecer con la figura que se desea, mostrar ante los demás una forma física deficiente, tener que realizar ejercicios que no se dominan y que hacen sentirse torpe o ridículo, tener que interactuar con otras personas en condiciones como estas... pueden provocar una elevada ansiedad social y propiciar que muchas personas ni siquiera intenten hacer ejercicio físico o abandonen muy pronto.
Este estrés interpersonal, tan relevante en este contexto, suele ser más probable entre personas insatisfechas con su imagen corporal (personas obesas, con defectos físicos, de apariencia débil, o que simplemente no se gustan a sí mismos), en baja forma física, con poca habilidad para realizar las tareas y, de manera más general, con escasas habilidades sociales, una elevada ansiedad interpersonal y una deficitaria autoestima.
La información que se obtenga a través de la entrevista sobre estas cuestiones, puede resultar de gran utilidad para detectar y aliviar un problema que podría resultar crucial.
5. Preferencias, recursos y dificultades para la realización de ejercicio físico
La elección del ejercicio físico a realizar y de la manera de llevarlo a cabo debe considerarse un factor de suma trascendencia, debiendo tenerse en cuenta las preferencias personales del cliente, los recursos existentes y las posibles dificultades que pueden interferir en la realización de la actividad. En cuando a las preferencias, además de preguntarle al cliente por la actividad concreta que más le gustaría realizar, se debe valorar sus gustos en cuanto al grado de competencia sobre la actividad, la presencia o ausencia de otras personas durante la misma, el lugar y el horario, la supervisión esporádica o guía más permanente de un entrenador, etc., intentado detectarse, de esta forma, la actividad que en un principio podría resultar más reforzante. Asimismo, deben tenerse en cuenta los recursos existentes para poner en práctica estas preferencias: recursos materiales y sociales (disponibilidad de instalaciones, horarios, actividades y disponibilidad de otras personas para acompañarlos, etc.) y recursos personales (habilidad del cliente para llevar a cabo la actividad preferida, posibilidades económicas y de disponibilidad de tiempo, etc.).
6. Apoyo familiar y social
Evaluaremos el apoyo familiar y social de que dispone el cliente respecto a la realización de ejercicio físico. Queremos conocer hasta qué punto la red de apoyos familiares y sociales del cliente comprende y apoya su iniciativa, está dispuesto a ayudarle y constituye una fuente de reforzamiento social o, todo lo contrario, de estimulación aversiva.
Algunos especialistas estiman que un buen apoyo familiar y/o social (sobre todo del cónyuge) contribuye notablemente a la adherencia al ejercicio físico. En este sentido una vez recabada la información pertinente, se decidirá la conveniencia de incluir en el programa al cónyuge o a otra persona allegada, pero siempre que estime que es viable y que puede resultar beneficioso; en este caso, debe delimitar las obligaciones concretas que adquiere esta persona y conseguir, como elemento imprescindible, un compromiso firme respecto a sus participación.
7. Variables psicológicas relacionadas con la adherencia
Existen otras variables más generales y que pueden expresarse fuera del ámbito del ejercicio físico, pero que pueden tener una importante influencia en la adherencia de programas de ejercicio físico.
Nivel de estrés y estilos de afrontamiento
La entrevista puede servir, asimismo, para recoger información sobre la posible presencia de sucesos vitales estresantes, mayores y cotidianos, y sobre el estilo de afrontamiento característico del cliente. La presencia de situaciones estresantes relevantes por su cantidad o cualidad, junto a estilos de afrontamiento como la negación-distanciamiento o de evitación-escape, podría indicar la presencia de una vulnerabilidad emocional tendente a incrementar la probabilidad de una baja adherencia al programa de ejercicio físico. En estos casos, podría ocurrir, por ejemplo, que el ejercicio fuera un evento estresante añadido del que el cliente quisiera escapar cuanto antes; o, al contrario, que contribuyendo una “vía de escape” que favoreciese el abuso del ejercicio físico.
En definitiva, la presencia de desajustes emocionales, eventos estresantes y estilos de afrontamiento como los anteriores, nos alertan sobre la conveniencia de utilizar el ejercicio físico con cautela. Bien empleado, podría contribuir a la superación de estos déficits (contribuyendo al alivio de los síntomas, proporcionando a un descanso mental de los problemas mayores y cotidianos, ayudando a desarrollar un estilo de afrontamiento activo más apropiado, fortaleciendo la autoeficacia y la autoestima, etc.), pero deben tenerse en cuenta los riesgos existentes y prevenir las dificultades que pueden aparecer.
Fuentes de autoeficacia, autoestima y gratificación
En esta dirección, también nos parece interesante evaluar, fundamentalmente a través de la entrevista, las fuentes que en general tiene el cliente para fortalecer su autoconfianza y su autoestima y obtener gratificación. La ausencia de oportunidades ajenas a la práctica de ejercicio físico, aumentará la trascendencia de éste en la obtención de gratificación, algo que debe tenerse muy presente al elaborar el programa de ejercicio físico. En general, si existen otras fuentes, los riesgos psicológicos de abusar del ejercicio físico serán menores.
Considerando el conjunto de la información recogida en la evaluación, se deberá decidir la conveniencia de atender las preferencias del cliente o de sugerir otras alternativas, teniendo en cuenta que la actividad a realizar debe ser accesible, muy reforzante y acarrear el mínimo posible de costes, si se pretende consolidar como actividad habitual.