Cómo controlar el estrés y aumentar la motivación siendo entrenador

May 08, 2023

Los entrenadores tienen que realizar múltiples tareas exigentes en su trabajo: organizar y dirigir a los deportistas o clientes, coordinar a sus ayudantes y colaboradores, planificar y dirigir entrenamientos, evaluar el rendimiento, influir en el estado psicológico de los deportistas y clientes, etc. Esto conlleva un enorme sobreesfuerzo atencional, emocional y de relación interpersonal. Sin embargo, al igual que sucede a otros profesionales, muchos entrenadores se preocupan por desarrollar conocimientos de fisiología, biomecánica o entrenamiento para trabajar con sus clientes, pero se olvidan de desarrollar habilidades para optimizar su funcionamiento y ser más eficaces. Por mucho conocimiento y técnicas de entrenamiento que domine, el entrenador que no es capaz de autorregular su propio funcionamiento está condenado a ofrecer un servicio de baja calidad.

Para realizar con eficacia todos estos trabajos, es evidente que lo primero el entrenador debe tener salud y funcionar bien psicológicamente, pues de lo contrario no estará en las mejores condiciones para rendir al nivel que demanda este trabajo. De hecho, muchos entrenadores, aunque saben mucho, rinden por debajo de sus posibilidades porque no gestionan bien su nivel de estrés, apenas pueden descansar y se encuentran agotados.

Estrés

Desde el punto de vista de la psicología, la actividad de los entrenadores personales debe considerarse potencialmente estresante por motivos como los siguientes:

  • Muchos trabajáis intensamente durante todo el día y prácticamente durante todo el año, sin apenas tiempo para descansar, realizando múltiples cometidos que exigen un rendimiento alto.
  • Si tenéis vuestro propio negocio y ayudantes-colaboradores, debéis dirigiros a un grupo de personas diferentes, que tiene sus intereses particulares, en algunos casos difíciles de compaginar con los intereses del negocio. Aparte de eso debéis convivir y actuar respetuosamente con numerosos clientes.
  • Estáis sometidos a una evaluación permanente y crítica; y además no se os valora directamente por vuestro rendimiento, sino indirectamente por el rendimiento de vuestros clientes, dependiendo siempre de los resultados que éstos obtengan.
  • Cuando los resultados de vuestros clientes son malos, vuestro trabajo es cuestionado.
  • Muchas veces vivís en un estado de inestabilidad laboral casi permanente que dificulta, todavía más, vuestro trabajo. Esta condición laboral, a veces puede propiciar desajustes personales y dificultades familiares, a veces irreversibles.

Toda estas situaciones, obliga al entrenador a realizar un enorme sobreesfuerzo psicológico que le produce un notable desgaste. Y provocan, con cierta frecuencia, estados de ansiedad, irritabilidad, hostilidad, enfado o estado de ánimo bajo.

Así, el entrenador puede estar nervioso, tener problemas para dormir, encontrarse cansado, tenso, acelerado o agobiado, reaccionar agresivamente ante cualquier cosa que no le guste, enfadarse con facilidad, sentirse solo, frustrado o desanimado, ponerse rápidamente “a la defensiva” ante comentarios de otras personas sobre su trabajo, “pasarlo mal”, y hasta problemas de tipo psicosomático como problemas digestivos…

Todos estos problemas, más frecuentes en unos entrenadores que en otros, perjudican la salud física y psicológica del entrenador y pueden interferir en la calidad de su trabajo. Por tanto, resulta obvio que el entrenador debe aprender a controlar el estrés relacionado con su profesión, tanto para preservar su salud como para optimizar su propio rendimiento.

Motivación

Además del estrés, una variable psicológica de suma importancia para el entrenador es la motivación. Al igual que ocurre con los clientes, una motivación alta y estable, favorece que el entrenador realice todos los cometidos que conforman su trabajo y persevere en los momentos más delicados.

Sin embargo, algunos entrenadores tienen “crisis de motivación” durante el año o a lo largo de su carrera laboral. Estas “crisis” pueden producirse por no existir retos atractivos, por la “monotonía” de entrenar siempre al mismo tipo de clientes, por los malos resultados de estos, por trabajar en una empresa si posibilidades de mejorar, por no poder desarrollar nuevas ideas, por ganar menos dinero del que se considera apropiado, por tener que trabajar en un ambiente poco estimulante, con personas con las que se siente incómodo, por cansancio físico o psicológico, etc.; en definitiva, porque en determinado momentos el entrenador puede percibir (más o menos conscientemente) que el elevado coste de su trabajo no se “compensa” suficientemente con el beneficio que obtiene o puede llegar a obtener.

Lógicamente, es importante que el entrenador evite o supere rápidamente sus “crisis de motivación” y mantenga una elevada dosis de ilusión por su trabajo. De lo contrario es difícil que realice bien su cometido con los clientes, teniendo en cuenta que, en gran parte éste consiste en motivarlos.

El entrenador debe tener recursos (estrategias psicológicas) para desarrollar y fortalecer su motivación básica y cuidar su motivación cotidiana; de esta forma, podrá prevenir, o superar cuanto antes, las “crisis de motivación” que se presenten en su camino.

Autoconfianza

También la autoconfianza es una variable de gran trascendencia. El entrenador debe confiar en sus propios recursos como entrenador. En general, una autoconfianza sólida fortalece la motivación, pero una autoconfianza débil aumenta el estrés.

Para potencia la autoconfianza, el entrenador debe emplear estrategia que fortalezcan su percepción de control, fundamentalmente: debe establecer objetivos realistas, tener expectativas de rendimiento que también sean realistas, prepara bien los entrenamientos, anticipar las dificultades que puede encontrarse y estar preparado para ellas, y utilizar un sistema apropiado para evaluar objetivos (lo más objetivamente posible) el rendimiento de sus clientes y el suyo propio.

Además, los entrenadores deben desarrollar todas las habilidades que les ayuden a realizar mejor su cometido con los clientes: habilidades de comunicación, de negociación, de estilo de toma de decisiones, para el control de expectativas de éxito, para el control de atribuciones, etc.. Si el entrenador domina este tipo de habilidades percibirá que es más eficaz realizando su trabajo y se fortalecerá su autoconfianza.

Estrategias para controlar el estrés y aumentar la motivación como entrenador

Las necesidades psicológicas del entrenador que hemos ido exponiendo en los apartados anteriores, plantean la importancia de que el entrenador aprenda estrategias de autorregulación que le ayuden a optimizar su funcionamiento.

La mayoría de los entrenadores no ha seguido nunca un plan de entrenamiento específico para dominar este tipo de estrategias, aunque algunos sí se han preocupado de informarse y formarse mínimamente. No obstante, con o sin entrenamiento específico, muchos entrenadores han desarrollado habilidades eficaces para controlar sus necesidades psicológicas, mientras que otros tienen graves carencias. En cualquier caso, todos podrían mejorar incorporando o perfeccionando estrategias como las que señalamos a continuación.

En primer lugar, es importante que el entrenador tenga objetivos personales, a nivel profesional, a largo, medio y corto plazo. El establecimiento de objetivos apropiados (específicos, desafiantes, realistas, etc.), contribuyen a fortalecer su motivación y su autoconfianza. Es importante que el entrenador distinga entre sus objetivos personales y los resultados de los clientes, aunque en ocasiones puedan coincidir o estar muy relacionados. Así, además de los resultados de sus clientes, el entrenador debe tener sus propios objetivos de resultado y, sobre todo, de realización.

También es importante que organice su vida extralaboral de manera menos estresante posible, para no añadir más estrés al que ya provoca su trabajo. Asimismo, debe organizar sus actividades como entrenador de la manera menos estresante posible. Muchos entrenadores encuentran difícil dejar de pensar en sus clientes y le “dan vueltas y más vueltas” a lo mismo durante todo el día. Estos entrenadores, deben aprender a programar metódicamente todas las actividades relacionadas con su trabajo, y dedicarle un tiempo limitado y combinarlas con actividades extralaborales que compensen el sobreesfuerzo psicológico de su cometido laboral. La planificación apropiada del tiempo es, por tanto, una habilidad bastante importante para un entrenador.

Como es lógico, conviene que el entrenador adquiera habilidades diversas para controlar las situaciones más estresantes de su profesión; por ejemplo, las siguientes:

  • Habilidades para comunicarse eficazmente con los clientes.
  • Habilidades para poder relajarse.
  • Habilidades para preparar su actuación personal en los entrenamientos.
  • Habilidades para autorregular su nivel de activación y conseguir estar en su nivel de activación óptimo en cualquier momento que sea necesario.
  • Habilidades para centrar su atención en situaciones y estímulos más relevantes en cada momento del entrenamiento.
  • Habilidades para evaluar el propio rendimiento de manera más objetiva y útil.
  • Habilidades para solucionar conflictos y tomar decisiones en situaciones estresantes.
  • Habilidades para dirigir a los clientes de la manera más eficaz en cada momento.

También es conveniente que el entrenador adopte las mejores decisiones posibles respecto a su situación laboral: que decida si le conviene más la seguridad que el riesgo, o viceversa, según sean sus preferencias y posibilidades. En cualquier caso, si al entrenador le toca vivir una situación de inestabilidad laboral, es importante que aprenda a vivir con ella, trabajando sin pensar en las consecuencias de los malos resultados.

Cuanto más piense el entrenador en las consecuencias negativas de los malos resultados, pero hará su trabajo; por ello, debe aprender a controlar este tipo de pensamientos, centrándose en hacer su trabajo diario lo mejor posible. Y si en algún momento estamos “en la cuerda floja” todavía es más importante que seas capaz de aislarse de esas posibles consecuencias para centrarse en su trabajo.

Todavía hoy en día, la mayoría de los entrenadores rinden por debajo de sus posibilidades por no haber considerado estas cuestiones profesionales; pero cada vez son más los que se dan cuenta de la trascendencia de la Psicología y buscan estrategias útiles que aumenten sus cotas en rendimiento.