C贸mo motivar a los deportistas (y no morir en el intento)
Jan 25, 2023La motivación es el grado de interés de una persona por hacer algo o conseguir algo. Cuanto mayor es ese interés (o fuerza), más dispuesto está uno para realizar todas las acciones que conducen al lograr el objetivo deseado. La motivación es un aspecto decisivo en el deporte y el ejercicio físico, pues determina la disposición de las personas para dedicarse, sacrificarse, cuidarse, esforzarse, concentrarse, ser persistentes, tolerar la adversidad y no conformarse.
La motivación genera una energía positiva (activación positiva) que, salvo en dosis muy elevadas e incontroladas, es clave para involucrarse en una actividad. La motivación incide en el nivel de compromiso de las personas, su adherencia a los entrenamientos, su determinación, su esfuerzo, su persistencia y su tolerancia a la adversidad. Por tanto es clave en el deporte y en el ejercicio físico.
La motivación es la “gasolina” que permitirá a la persona alcanzar sus metas. Y que, como sucede con un vehículo, es necesario repostar con cierta frecuencia, antes de que la gasolina se acabe. No basta con que nuestros deportistas estén motivados cuando empiezan la temporada o un programa de entrenamiento. Esa motivación hay que seguir alimentándola continuamente; algunas veces, aumentándola para poder optar a retos más ambiciosos; otras manteniéndola; y siempre, controlándola para que no se convierta en un problema, ya que el exceso de motivación incontrolada puede hacer perder la perspectiva apropiada y resultar perjudicial. Por tanto, el entrenador debe estar permanentemente alerta respecto a la motivación de las personas a su cargo, y acertar en las estrategias para conseguir y mantener una motivación elevada.
Motivación básica y motivación cotidiana
Para poder influir en la motivación de los deportistas, es conveniente distinguir entre motivación básica y motivación cotidiana. La motivación básica, se refiere a la base estable de motivación que determina el compromiso de una persona con su actividad; tiene que ver con el interés de la persona con el deporte o ejercicio físico, los resultados, su rendimiento personal y las consecuencias de estos aspectos (en el deporte, dinero, contratos y prestigio; en el ejercicio físico, salud, satisfacción personal, autorrealización…).
La motivación cotidiana se refiere al interés de la persona por la actividad diaria. Tiene que ver, fundamentalmente, con el atractivo del ambiente de entrenamiento y los ejercicios a realizar, el disfrute, la satisfacción en los entrenamientos (divertirse entrenando, sentirse satisfecho por lo que uno ha hecho, conseguir retos en los entrenamientos, etc). La motivación básica y la motivación cotidiana están relacionadas y se complementan entre sí. Por ejemplo, una dosis elevada y estable de motivación básica, proporciona una disposición favorable hacia los entrenamientos diarios; y sobre esta disposición favorable, es más fácil que los deportistas, realicen, eficazmente, sus entrenamientos; aunque para ello, además, se deba desarrollar, de forma específica, la motivación cotidiana. Sin embargo, en ausencia de motivación básica, los deportistas tienen el riesgo de no alcanzar el suficiente nivel de compromiso y abandonen. Por tanto, es necesario que tratemos de desarrollar una buena dosis de motivación básica (es decir, una motivación estable por la práctica de deporte o ejercicio físico) junto a una motivación cotidiana por los entrenamientos diarios (es decir, centrada en el disfrute y los incentivos que hagan atractivo y gratificante el entrenamiento diario).
Variables que afectan a la motivación
1. Las necesidades e intereses de los clientes
Las necesidades de las personas influyen en su motivación, propiciando que se interesen por alcanzar aquello que necesitan. La necesidades de las personas pueden ser diversas y mayores o menores según los casos. Se comenta que las personas tenemos algunas necesidades, motivaciones básicas: la necesidad de autonomía (de decidir sobre los aspectos de nuestra vida); la necesidad de competencia (de sentirnos capaces) y la necesidad de relacionarnos.
2. Beneficios y costes
En relación con las necesidades y los intereses, se encuentran los beneficios que los deportistas pueden conseguir, y los costes que deben “pagar” para conseguirlos. En gran parte, la motivación depende del atractivo de los beneficios que se pueden conseguir realizando deporte o ejercicio físico (dinero, contratos, reconocimiento social en algunos casos; salud, bienestar, satisfacción personal, diversión en otros), de los costes necesarios para conseguir tales beneficios (horas de entrenamiento, esfuerzo físico y psicológico, sufrimiento, disciplina, etc.) y de la relación entre beneficios y costes.
El entrenador debe plantearse las preguntas siguientes:
- ¿Qué beneficios pueden ser lo suficientemente atractivos para este deportista?
- ¿Qué costes está dispuesto a pagar el deportista para conseguir estos beneficios?
- ¿Cómo se puede conseguir una relación apropiada entre los posibles beneficios y su coste?
3. Participación de los deportistas
Para conseguir una motivación básica elevada y estable, es importante que habiendo valorado los posibles beneficios, los costes correspondientes y la relación entre beneficios y costes, los clientes adquieran el compromiso de lograr esos beneficios afrontando tales costes. Para ello es conveniente que participen y se involucren activamente en esta decisión, en lugar de adoptar un papel pasivo aceptando (aparentemente) la decisión que toma el entrenador.
Así, para conseguir una buena motivación es mejor que el entrenador, en lugar de decidir por su cuenta los beneficios que podrían satisfacer a los deportistas y los costes que estos estarían dispuestos a afrontar, escuche sus deseos y opiniones, analice con ellos las ventajas e inconvenientes de las posibles alternativas y deje que la decisión final sea una decisión conjunta.
4. Conflicto de intereses
En ocasiones, adquirir un compromiso es difícil porque existen conflictos de intereses. En el ámbito del deporte y del ejercicio físico, es frecuente que surjan conflictos de intereses cuando, por cualquier motivo, se considera necesario realizar cambios significativos en el funcionamiento de los deportistas, por ejemplo, aumentar la carga de entrenamientos.
Para intentar aumentar la motivación en este tipo de casos, el entrenador debe hablar con sinceridad con los deportistas y explicarles las ventajas del cambio que propone o la necesidad real de cambiar.
Cómo estimular la motivación de los deportistas
Para estimular el interés y la motivación por la actividad y sus posibles consecuencias positivas, el entrenador, a través de la comunicación con sus deportistas, puede utilizar estrategias como las siguientes:
1. Intereses individuales
¿Cuáles son los intereses individuales de cada deportista? ¿Por qué está aquí? ¿Cómo puedo generar interés en él? ¿Cómo puedo conectar sus intereses individuales con que se comprometa más con el deporte o ejercicio físico?
En cada caso, hay que pensar cómo se puede motivar cada deportista en particular: ¿Salud? ¿Retos atractivos? ¿Progreso para poder alcanzar otras metas?
2. Reflexionar sobre los beneficios y costes
Analizar los costes y los beneficios de una determinada acción, es una herramienta que permite estimular la motivación de los deportistas. El deportista debe participar, señalando, por ejemplo, los costes y los beneficios a corto y medio/largo plazo de dos posibles opciones: mantenerse con la misma rutina de entrenamientos o modificar la rutina de entrenamientos para tratar de mejorar los resultados. Se pretende que el deportista disponga de una amplia visión de conjunto sobre las posibles repercusiones de su decisión, y que establezca comparaciones y relaciones entre costes y beneficios que resulten favorables.
Básicamente, el instrumento debe servir para comparar los beneficios y costes a medio/largo plazo de las dos opciones, considerando las diferencias existentes a corto plazo como parte del inevitable proceso que, en cada caso, conduce a las consecuencias a medio/largo plazo. En concreto, parece especialmente relevante que el deportista perciba que existe una relación causal entre los costes a corto plazo y los beneficios a medio/largo plazo de la opción de modificar la rutina de entrenamientos, de forma que asuma la presencia de estos costes como una inversión favorable que le acercará progresivamente a la obtención de los beneficios deseados.
Cuando se pretende motivar, hablar solo de los beneficios es un grave error bastante habitual (“con esta nueva rutina puedes conseguir estos resultados…”). También hay que hablar de los costes necesarios para alcanzar tales objetivos, de las dificultades que el deportista se va a encontrar en el camino. De otra forma, cuando estos se presenten, la motivación no decaerá. Lógicamente, primero está interesarlos por los beneficios. Después, hablarles de los costes.
3. Modelos relevantes
La motivación se estimula mediante modelos (otras personas) a los que el deportista pueda querer emular. El entrenador habla de una persona conocida que hizo tal cosa; de otro deportista que en circunstancias parecidas a las suyas consiguió un objetivo ambicioso. Los modelos deben ser relevantes para el deportista. Los modelos deben ser personas que inspiren cierta admiración.
Además, es importante destacar no sólo lo que consiguieron dichos modelos (el beneficio), sino la forma en que lo hicieron (es decir, el coste). Así, se estimula el deseo de conseguir lo mismo, y se señala el camino para conseguirlo.
Si los modelos son muy lejanos al deportista, es importante complementar esta estrategia hablando posteriormente de otros modelos más cercanos. Así, se potenciará la autoconfianza, y por esta vía se fortalecerá la motivación.
Buscar modelos relevantes es especialmente interesante cuando se trata de clientes acomodados que se conforman con lo que hacen, a los que se pretende motivar para que trabajen en la consecución de retos más ambiciosos.
4. Establecimiento de objetivos
Establecer objetivos concretos que sean atractivos es una estrategia muy poderosa. El objetivo concreto señala el rumbo al que se desea llegar y eso es muy importante para desarrollar y mantener la motivación. Sin un objetivo, es fácil que la motivación y el esfuerzo se debiliten.
Los objetivos pueden ser de realización y de resultados. Los primero se refieren a lo que el deportista debe hacer. Los segundos a los que puede conseguir. Para estimular la motivación, son mejores los objetivos de resultado. Para estimular la autoconfianza (y a través de esta, la motivación), los de realización.
En el proceso de establecimiento de objetivos es importante la participación de los deportistas. No que, simplemente, el entrenador personal les diga cuál es el objetivo. El estilo de comunicación debe ser participativo, pues de otra manera los deportistas podrían acatar pero no actuar en consecuencia.
Los objetivos deben ser atractivos y suponer un reto interesante. De otra forma, no motivarán. Y para que la motivación se mantenga, deben ser realistas, que se puedan alcanzar.
Cuando el objetivo es lejano, es importante establecer objetivos intermedios más cercanos. La proximidad propiciará una mayor motivación. Y también contribuirá el hecho de ir consiguiendo los objetivos más próximos. Por tanto, el entrenador, por ejemplo, puede hablar con el deportista sobre objetivos atractivos hacia los que dirigirse a lo largo de la temporada, pero además, deberá hablar de los objetivos más inmediatos para alcanzar aquellos.
Aquí te explico con más detalle cómo establecer objetivos eficaces.
5. Feedback
Dar feedback es informar al deportista sobre cómo lo está haciendo. El feedback debe ser constructivo y referirse a cuestiones concretas. Debe centrarse en las acciones de la persona, su comportamiento, en lugar de los resultados del mismo. Dar un buen feedback no es decir: “Esta semana lo has hecho mal, no tienes fuerza de voluntad, tienes que poner más ganas”, sino concretar y centrar el comentario en lo que depende del deportista, lo que él o ella puede controlar y por tanto cambiar: sus acciones. Lo mismo pasa, si el feedback es positivo (para motivar). “Buena semana, genial”. Lo mejor será concretar y decirle: “buena semana, genial; sobre todo por “esto, esto y esto”.
6. Reforzamiento
Se refuerza un comportamiento cuando se obtiene una consecuencia positiva, y la mejor de todas es el reconocimiento de alguien relevante, como es el caso del entrenador. El entrenador que elogia buenas acciones de sus deportistas, propicia (motiva) que vuelvan a repetirlas, y además contribuye a un clima mucho más positivo y motivante.
Como en el feedback, el elogio no debe ser indiscriminado, sino responder a algo concreto: “bien hecho este ejercicio”.
Como norma, el entrenador debería buscar al menos una oportunidad en cada sesión de reforzar cada deportista por algo que hagan bien. Esto contribuirá a un clima de relación con el deportista más positivo y motivante que repercutirá en la motivación individual del deportista.
7. Transmitir entusiasmo y pasión
El entrenador no es una animadora, pero si transmite entusiasmo y pasión logrará que sus deportistas se motiven más. Siempre que, eso sí, no sean excesivos en función de la motivación básica de los deportistas.
Teniendo en cuenta lo anterior, el entusiasmo y la pasión son herramientas muy importantes. Se transmiten cuando el entrenador habla, la energía que aporta a sus palabras, sus gestos… También con su ejemplo, claro. Si llega desganado a los entrenamientos…poco entusiasmo podrá transmitir.
8. Estar motivado
En la línea anterior, si el entrenador no muestra que está motivado, mal asunto. Sus acciones y su lenguaje no verbal lo delatarán. Los deportistas se darán cuenta y entonces, por mucho que diga, nadie le creerá. Para motivar estar motivado es fundamental.
9. Potenciar la autoconfianza
El interés o la motivación, una vez desarrollado, hay que sustentarlo fortaleciendo otros aspectos psicológicos de gran trascendencia: la autoconfianza. Existen muchos deportistas que están interesados (motivados) por conseguir ciertos objetivos, y por tanto, comprometidos con lo que tienen que hacer para alcanzar ese objetivo y dispuestos a hacer el esfuerzo necesario (entrenar duro, cuidarse…), pero la motivación decaerá si no confían en que pueden lograrlo. Sin embargo, si verdaderamente confían, la motivación inicial se potenciará.
Potenciar la autoconfianza es una de las vías indirectas para estimular la motivación. Especialmente importante en momentos de malos resultados, con deportistas con poca confianza en sí mismos, experiencias negativas recientes. Un error habitual es motivar por la vía directa (estimular el interés por nuevos retos o consecuencias muy atractivos) cuando la autoconfianza es baja. Se produce el efecto contrario. La orquesta del entrenador, supuestamente motivante, se convierte en estrés perjudicial para el deportista.
10. Aliviar el estrés
Otra vía indirecta para motivar a los deportistas es aliviar el estrés. A veces, la motivación es alta, incluso muy alta, pero está eclipsada por el estrés y no está operativa. La forma de aliviar el estrés y permitir que la motivación destaque es potenciar la autoconfianza, ya que esta es el mejor antídoto del estrés. Pensemos en una competición importante. Los deportistas están muy motivados por disputar una competición de tanta trascendencia y conseguir el éxito. Pero a la vez están nerviosos. No quieren fallar. La trascendencia de la competición, la incertidumbre de las horas previas, la gran expectación social, esa preocupación, eclipsa el deseo de competir.
Un entrenador con poco conocimientos de estos temas, incidirá en alimentar la motivación: “Estamos ante una oportunidad, hoy es nuestro día para ser campeones, hay muchas personas que esperan que ganemos…”. Sin embargo, la mejor estrategia sería aliviar el estrés mediante el fortalecimiento de la autoconfianza, para permitir que la motivación, que está ahí aunque tapada, florezca: “Estamos ante una gran oportunidad, y tenemos que hacer como en las competiciones que nos han traído hasta aquí, centrarnos en lo que depende de nosotros, en lo que tenemos que hacer, en lo que hasta ahora nos ha ido tan bien”.